miércoles, 16 de enero de 2008

El mundo no basta

Siempre en camino sin encontrar destino descubro mundos, rostros y lugares ninguno capaz de afincarme para siempre como destino definitivo, siempre el recurrente: más allá, más allá, aquí no hay posada eterna para el itinerante sin lugar. Cada encuentro, cada gesto, cada acto, cada rostro siempre me remitem más allá sin punto final. O es que no encontré aún lo que busco o es que ya encontrado no me basta y busco más. La experiencia de cada cosa, persona y lugar descubren la profundidad de la búsqueda y nada resulta ser suficiente, nada parece serlo todo, no parece existir, en el horizonte, un puerto final. Y es que las buenas experiencias a veces parecen ser las definitivas y en un primer momento establecen moradas fijas al corazón, pero luego, una vez extinguido el brillo fulgurante de esa realidad, queda una vez más sólo el camino abierto para recorrer otros mundos para establecer moradas sólo pasajeras que atenuen la fatiga de esa oculta búsqueda desesperada.

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