jueves, 26 de enero de 2012

La concurrencia de libertades

No somos libres de modo absoluto. Las circunstancias externas y ajenas a nuestra voluntad nos imponen límites y condicionamientos a nuestra libertad: Quien dice que es libre absolutamente y dice que hace lo que quiere debe decírselo a sí mismo cuando está esperando el tren y está atrasado para llegar a un encuentro; entonces verá que el tren no obedece a su deseo, sino que se verá obligado o a desesperarse o a tener paciencia.

El factor imprevisible: La imprevisibilidad de las circunstancias externas que nos acontecen, la inexorabilidad de la realidad ante la cual nos vemos obligados a optar y decidir no depende en absoluto de nosotros y es frente a estas realidades que soy libre no creando la realidad, sino asumiendo una postura frente a ella. Frente a mi constitución nervioso parasimpático (el sitema de mis actos reflejos involuntarios), frente al reino de la oscuridad de mi organismo biológico: por fuera me puedo ver bien por dentro sólo Dios sabe, que con su dinamismo inexorable y autónomo se me impone no soy libre, es decir esta realidad es independiente de mí. En la concurrencia de las libertades en el escenario social, en donde cada sujeto con sus propias decisiones y actuaciones me interpela desde mi libertad, no soy absolutamente libre.

Caso: Tengo clases a las 8:00 y salgo de mi casa a las 6:30. Me tomo 1:30 en llegar hasta mi clase. En el trayecto la segunda línea de tren que tomo se descompone en la segunda estación (son 5 estaciones hasta mi clase) así que tengo que esperar por el siguiente tren que demora en pasar unos 15 minutos. Éste a su vez (el tren) va lento, demorando por cada estación más de 5 minutos que lo normal, de tal modo que llego a mi clase más de 30 minutos atrasado. Intento explicárselo a mi alumno lo sucedido, pero él, como hombre de negocio para quien el tiempo es dinero, no es suficiente y no le sirve, entonces llama a mi jefe para darle quejas de mi atraso y que si se repite solicita cambio de profesor. Al día siguiente salgo 30 minutos antes de la 1:30 que me tomo para llegar a mi clase, para asi tener una media hora de tolerancia a cualquier imprevisto que se me presente por el camino.
Conclusión: Primero, la realidad se impone a nuestra libertad, no construimos y creamos la realidad ni la verdad de las cosas, frente a ellas sólo nos toca asumir posturas, actitudes, y he aquí la esencia y el espacio propio de nuestra libertad. Somos libres sólo para responder y relacionarnos con la realidad y aquí la explicación de las múltiples y variadas formas de existir.
Segundo, soy libre para asumir un compromiso, tener una responsabilidad, un deber (en este caso un trabajo). Una vez asumido el compromiso me veo obligado a cumplirlo, esto está implícito en mi compromiso, es decir me veo obligado en mi responsabilidad: mis decisiones libres tienen consecuencias de las que soy responsable. Asumir un compromiso, tomar una decisión por un lado limita o circunscribe mi libertad desde el punto de vista de la pretensión humana de totalidad, por otro lado nos identifica con algo, al decidir por algo nos identificamos, nos configuramos, nos autodeterminamos. Somos una sucesión de decisiones que nunca parte de cero, puesto que nuestras decisiones futuras son condicionadas por las presentes y anteriores. No somos libertad pura, ni nuestra libertad parte de un punto cero.
Tercero, a cada decisión que tomamos siempre le sigue una imprevisibilidad, un factor imprevisible, no siempre resulta lo que esperamos: yo quería algo, pero después hay otros factores que se imponen y la realidad me sorprende con otras cosas: planeaba con ir de viaje en mis vacaciones, pero un percance de última hora hizo que postergara mi viaje. Aquí el dicho: el hombre propone y Dios dispone. Pero es ante esta imprevisibilidad que nuevamente me veo obligado a tomar una actitud, una postura o negativa o positiva, así que de nuevo nos vemos en el primer punto, en el comienzo del camino de la libertad.

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